EL DIOS QUE YO CONOZCO

9.13. Empleo posterior de corregencias

Luego vino el descubrimiento y la traducción de los textos cuneiformes, cantidad impresionante de documentos babilonios y asirios con abundantes datos cronológicos contemporáneos de las monarquías hebreas.

Pronto se vio que los nuevos datos no armonizaban con la cronología más antigua basada en los interregnos, la que habría ubicado a los reyes hebreos en un período anterior al de sus contemporáneos asirios.

El descubrimiento de las listas asirias limmu (epónimo) produjo opiniones divididas. Algunos eruditos más antiguos sostuvieron que los documentos históricos asirios, evidentemente incompletos en el caso de muchos períodos, tenían lagunas en las listas cronológicas que afectaban el sincronismo entre los dirigentes asirios y los hebreos. Otros sostuvieron que tanto la cronología asiria como la "bíblica" eran correctas, pero que los nombres en los documentos asirios traducidos como reyes bíblicos, tales como Acab y Manahem, habían sido identificados incorrectamente. ¹

Por otra parte, se intentó preparar una cronología hebrea utilizando las corregencias en vez de los interregnos, acortando de esta manera la línea de sucesión de los reinados más largos. Esta cronología más corta pudo incorporar el nuevo plan de fechas asirias, el que había sido en general aceptado como fijado astronómicamente por un eclipse, y podía hacerse entroncar con el comienzo del Canon de Tolomeo en los años finales del imperio asirio.

Numerosos eruditos del Antiguo Testamento abandonaron la tarea declarando que era imposible completarla, y consideraron errónea la información bíblica. Perdieron la esperanza de establecer la armonía interna de los sincronismos de las ascensiones y las duraciones de los reinados como aparecen registrados en la Biblia, y también desistieron de la tarea de armonizar esos datos con los documentos históricos cuneiformes.

Eruditos posteriores, mediante diversos métodos, intentaron preparar una cronología bíblica compatible que pudiera armonizarse con las fechas ya aceptadas para los documentos cuneiformes. Algunos descartaron los sincronismos de ascensión bíblicos y procuraron mantener los años de duración de los reinados; otros hicieron lo contrario.

Puesto que la mayor parte de estos eruditos han revisado abundantemente las fechas históricas bíblicas a fin de hacerlas armonizar, guiándose por el supuesto de que las fechas han sido considerablemente alteradas en el proceso de transmisión histórica, sus resultados han variado de acuerdo con sus revisiones conjeturales.
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¹ Jules Oppert (1868) y otros eruditos propusieron la teoría de los lapsos asirios; Geroge Smith (1875) separó los reyes hebreos de los anales asirios.

9.12. Las cronologías antiguas emplean el concepto de interregno

Los cronólogos más antiguos han preferido emplear el concepto de interregno; suponiendo la existencia de lagunas en la línea de sucesión real más corta, la han alargado para igualarla con la línea de sucesión más larga. La ocurrencia real de interregnos está dentro de lo posible, especialmente en los casos cuando el fin de una dinastía podría dejar un lapso sin un sucesor inmediato.

Sin embargo, la ocurrencia de interregnos es menos probable que la de corregencias. Esto es así, porque en el surgimiento de un problema que interrumpe la línea de sucesión, es probable que un dirigente fuerte se haga dueño de la situación. Y aun en el caso de existir una demora en la transferencia del poder, es probable que el aspirante al trono que salió triunfador compute el período entero como parte de su reinado.¹ Además de esto, las corregencias constituyen una práctica establecida y comprobada en la historia de diversas naciones antiguas.

La cronología característica de los reyes hebreos basada en interregnos y, por ende, alargada por intercalaciones, es el plan de la fecha AC (derivada de Ussher) incorporado en las notas marginales de la Biblia en muchas ediciones inglesas de la versión del Rey Jacobo; además hay uno o dos sistemas adicionales para poner fechas más o menos similares a éste.

Ussher, quien escribió hace 300 años, no tenía a su disposición las fuentes documentales de la cronología de este período. Disponía del Canon de Tolomeo, pero se apartó de él cada vez que prefirió utilizar las fechas de los historiadores griegos del período clásico. Además de su ubicación arbitraria de la terminación del templo de Salomón mil años antes del nacimiento de Cristo - lo ubica en el año 1004 AC. - su cronología de los reyes hebreos fue establecida mayormente en base al cómputo de la fecha de la muerte de los reyes. En sus días se desconocía el registro histórico asirio.

Los que a lo largo de los años aceptaron este sistema de cronología bíblica se preocuparon únicamente de la armonía interna de los datos concernientes a ambos reinos hebreos. El sistema de Ussher de computar fechas llegó a conocerse como cronología "bíblica"; muchos lectores de la versión inglesa de la Biblia del Rey Jacobo llegaron a considerar sus fechas marginales casi como parte del texto inspirado.

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¹ Los dos interregnos que aparecen en el Canon de Tolomeo carecen de importancia, porque no fueron interregnos verdaderos, sino que pertenecieron al reinado de Senaquerib.

9.11. Interregno versus corregencias

Como resultado del intento de ajustar la diferencia entre el total de años de los reinados de Israel y de Judá, han surgido dos tipos de esquemas cronológicos para dicho período. Si para lograr el sincronismo se debe suponer una corregencia en una sucesión o un interregno en la otra, y si en ese caso se usa mayormente lo primero, resulta una cronología mucho más corta. Si se usa más a menudo lo segundo, se obtiene una cronología más larga.

El valor de cualquiera de los dos métodos debe determinarse por la manera en que se ajusta el esquema a todas las informaciones conocidas, bíblicas y extrabíblicas.

Aun en períodos cuando Judá e Israel comenzaron y terminaron juntos una serie de reinados (como el lapso transcurrido entre la muerte de Salomón, cuando los reinos se dividieron, y el asesinato de los reyes de ambos reinos por Jehú), no coinciden los totales de los reinados, y la disparidad aumenta después de Jehú, hasta que al final del reinado del norte, la suma de los años registrados para los reyes de Israel es inferior en 20 años a la suma de los años de los monarcas de Judá para el mismo período.

Ante esta situación, la única manera de concertar las dos sucesiones posteriores de los dos reinos es suponer que en la sucesión aparentemente más larga hubo superposición de reinados, o que en la sucesión más corta hubo períodos de interregno.

En el primer caso, tuvo que haber ocasiones cuando el heredero fue puesto en el trono junto con su padre antes de la muerte de éste, y el total de años atribuidos al hijo incluye tanto los años de corregencia como los de su reinado como monarca único. Así la duración completa de todos los reinados sería algo mayor que el tiempo total transcurrido.

En el segundo caso, en la sucesión más corta, tal vez hubo ocasionalmente un interregno cuando, por un motivo u otro, al morir el rey se produjo un trastorno político que impidió la ascensión inmediata de un sucesor. Si tales períodos sin rey no fueron tomados en cuenta en las cifras dadas para los reinados sucesivos, el total del tiempo transcurrido tendrá que haber sido mayor del que muestran los registros.

Debemos suponer lo uno o lo otro, es decir, la sucesión más larga de reyes deberá acortarse computándose corregencias, o la sucesión de reyes más corta deberá alargarse con períodos de interregno. Posiblemente deban usarse ambos procedimientos.

Se ha señalado ya que las informaciones cronológicas esenciales dadas para cada rey, generalmente en el relato del comienzo de su reinado, son de dos clases:

(1) El sincronismo de ascensión, que ubica el comienzo de un reinado en determinado año del rey del otro reino hebreo ("Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, el año diecisiete de Josafat rey de Judá" [1 Reyes 22: 51]).

(2) La duración del reinado ("[Ocozías] reinó dos años sobre Israel"). Se ha visto que hay una diferencia de un año entre el cómputo con año de ascensión (posfecha) y sin año de ascensión (antedata).

Aparte de esta diferencia, cuando cualquier expresión cronológica relacionada con estos reinados parezca estar en conflicto con la pauta de los demás reinos, la explicación podría ser que existió una corregencia o un interregno que el texto no menciona. A menos que en el texto aparezca alguna alusión a la situación política del momento, no existe una razón inherente para suponer que ocurrió una cosa y no la otra.

La solución que armonice los sincronismos debe ser aceptada. Este tipo de ajuste no descarta la información bíblica. Sencillamente la explica suponiendo que el texto no presenta todos los detalles, algunos de los cuales deben inferirse de las cifras dadas. Tal procedimiento produce diferencias de opinión en cuanto a la solución más adecuada.

La posibilidad de escoger entre corregencias o períodos de interregno - es decir, entre la superposición de reinados o períodos en blanco entre reinados - alarga o acorta el período de duración total de los dos reinos hebreos. Puesto que no hay desacuerdo en cuanto al final de la serie de sucesiones en tiempos de Nabucodonosor, los dos métodos examinados dan una fecha AC más temprana o más tardía para el comienzo de la serie (la muerte de Salomón).

9.10. Dos métodos para elaborar una cronología de los reyes

Quien tenga en cuenta estos principios del antiguo cómputo, en relación con la cronología de esta época, debiera poder aplicarlos al problema de elaborar una cronología sugerente de los reyes de Israel y Judá partir de los datos proporcionados en la Biblia. Pero existen interpretaciones diferentes de los sincronismos, por lo cual se presentan muchas dificultades.

Puesto que los sincronismos entre los dos reinos muchas veces no parecen concordar con la información sobre la duración de los reinados, muchos eruditos del AT han llegado a la conclusión de que esas aparentes discrepancias indican que las cifras en la narración fueron añadidas posteriormente al texto, que en su mayoría son erróneas y que carecen de valor para la formulación de una cronología. No obstante, cuando se entiende su verdadera naturaleza, en realidad se encuentra que coinciden admirablemente.

Pueden ajustarse las diferencias entre las dos sucesiones si se presume la existencia de ciertas corregencias entre padre e hijo, o ciertos interregnos, y si, además, se toman en cuenta los dos métodos de computar el transcurso del tiempo. Si no se puede lograr una sincronización de los reinados sin hacer el cómputo de Judá con año de ascensión, y el de Israel sin año de ascensión, puede emplearse la hipótesis de que así computaban los dos reinos los años de reinado en ese tiempo. Y si toda una serie de reinados puede interpretarse usando tal sistema, se fortalece la probabilidad de haber encontrado la solución del problema.

9.09. El año nuevo de primavera y de otoño

Los hebreos tenían dos maneras de computar el comienzo del año, y cuando en el tiempo del éxodo se introdujo la numeración de los meses a partir de Nisán [primavera del hemisferio norte], en relación con la serie de fiestas religiosas, se retuvo como año civil el cómputo más antiguo que comenzaba con Tishri [otoño, hemisferio norte].

Existe evidencia bíblica de que Salomón contó los años de su reinado a partir del otoño, y que en Judá se continuó esa práctica.

El registro no dice si en el reino del norte de Israel se contaban los años de reinado a partir del otoño o de la primavera, pero existen indicaciones, en algunos de los sincronismos de Reyes, de que Israel usaba el calendario del año iniciado en primavera.

De manera que al sincronizarse el año de ascensión de un rey de Judá con cierto año de un rey de Israel (según el sistema de numeración de Judá), los últimos seis meses del año de Judá se superponían con los seis primeros del año correspondiente de Israel, o viceversa.

Este paralelismo es diferente en varios reinados, según la fecha de ascensión al trono.

Si la ascensión ocurre en verano, el año de reinado de Judá comienza seis meses antes que el año correspondiente en Israel, porque el día de año nuevo de Judá, en otoño (1.º de Tishri), viene primero en el nuevo reinado, en tanto que el siguiente año calendario de Israel no comienza hasta el 1.º de Nisán en la primavera siguiente.

Sin embargo, si el rey ocupa el trono en invierno, el siguiente día de año nuevo, después de su ascensión al trono, es el de Israel, que tiene lugar en la primavera. En consecuencia, su año de reinado, de acuerdo con el cómputo de Israel, comienza seis meses antes del año de Judá, el cual corre de otoño a otoño.

9.08. Ilustración del cómputo con año de ascensión y sin año de ascención

A fin de examinar brevemente las diferencias existentes entre los dos métodos de computar los años de reinado, volvamos al hipotético rey A que muere en su 35.º año, y a quien sucede el rey B. Un diagrama servirá para ilustrar el efecto que tiene cada sistema sobre la numeración de los años del reinado de B, como también sobre las fechas de los acontecimientos durante su reinado y sobre el total de años de B y de los reinados sucesivos.

Resumen de los resultados del diagrama:

1. En el sistema con año de ascensión (arriba), después de terminado el año cuando muere un rey y sube al trono el siguiente, el primer día de año nuevo del nuevo reinado se inicia el 1º año del nuevo rey.

2. En el sistema sin año de ascensión (abajo), el año de la muerte y del ascenso al trono es seguido por el 2.º año del nuevo rey, y así sucesivamente.

Entonces, según el diagrama, se ve que:

3. El 2.º año de cierto rey vendría un año más tarde si se usara el sistema cronológico con año de ascensión que si se usara el método de cómputo sin año de ascensión.

4. Si dos escribas, usando los dos métodos de cómputo diferentes, fechan cada uno un mismo acontecimiento (ver "suceso" en el diagrama) según su propio sistema, el escriba que usa el sistema con año de ascensión le asignará a su año un dígito menos que el escriba que computa con el sistema sin año de ascensión.

5. El número de años de reinado atribuido a un rey será uno menos, si se usa el método de cómputo con año de ascensión, que si se computa el mismo reinado sin año de ascensión.

6. Al computar una serie de reinados, la suma de esos años, computados con año de ascensión conservará el número correcto de años transcurridos. Si se los computa sin año de ascensión, se añadirá un año por cada reinado y resultará un total mayor que el número de años transcurridos en realidad.

9.07. Ambos sistemas se usan en los libros de los Reyes

Los dos métodos (cómputo con año de ascensión y cómputo sin año de ascensión) están bien documentados en los antiguos registros egipcios y babilónicos.

La costumbre de señalar la fecha por el número del año correspondiente al reinado del monarca se muestra en la Biblia de varios modos.

Se dice por ejemplo que Jerusalén fue sitiada en el 10.º mes, a los 10 días del mes en el 9.º año del rey Sedequías (2 Reyes 25: 1); y que "en el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor" (vers. 8), Nabuzaradán quemó el templo.

No se da indicación alguna en cuanto a la presencia o ausencia de un "año de ascensión". Pero ciertos sincronismos del libro de los Reyes, al hacer corresponder el año de un rey de Judá con cierto año de un rey de Israel, parecen señalar que los dos reinos hebreos usaron ambos sistemas en diferentes momentos. Cuando el reino se dividió después de la muerte de Salomón, Judá parece haber estado usando el método de cómputo con "año de ascensión" e Israel el método sin "año de ascensión".